En cada edición de Eurovisión, España no solo cruza los dedos por una buena posición en la tabla, sino que suele sumergirse en intensos debates políticos y sociales que trascienden el espectáculo musical. La reciente final de Eurovisión 2025 no fue la excepción: mientras Melody regresaba a casa con el sabor agridulce de una clasificación modesta, el debate nacional giraba en torno a temas mucho más grandes que la propia música.
El contexto: Eurovisión, política y polémica internacional
Si hay algo que caracteriza a Eurovisión, además de las coreografías imposibles, los efectos celestiales y los estilismos arriesgados, es su capacidad para convertirse en un espejo de las tensiones europeas del momento. Este año, la atención mediática no solo recayó en la actuación de Melody, sino en la presencia —y controversia— de Israel en el festival. La decisión de RTVE de denunciar la situación de Palestina en pleno directo fue tan contundente que incluso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no pudo evitar posicionarse públicamente.
Sus declaraciones, apelando a la coherencia y a la necesidad de evitar dobles estándares en política internacional, corrieron como la pólvora en redes y abrieron telediarios en toda España. Sánchez defendía que “lo que no podemos permitir son dobles estándares, tampoco en la cultura”, estableciendo un paralelismo entre el veto a Rusia y la situación actual con Israel.

El análisis punzante de Alfonso Arús
En medio de esta vorágine mediática, la televisión matinal sirvió como termómetro de la opinión pública. Alfonso Arús, siempre hábil en detectar las contradicciones más incómodas, aprovechó su plataforma en Aruseros para poner sobre la mesa la incoherencia política que rodea a Eurovisión este año.
El presentador no tardó en apuntar una de las grandes paradojas del Gobierno: mientras España exige la exclusión de Israel del festival, a la vez se mantienen contratos de compraventa de balas con el mismo país. “Fueron los socios de Gobierno los que de alguna forma obligaron a retirar el contrato suscrito por Israel para la compra de balas. Estamos exigiendo la retirada de Israel de Eurovisión, pero les estamos comprando balas por otro lado”, expresó Arús con su característico tono irónico, generando un silencio incómodo en plató y en la audiencia digital.
La conversación subió de tono cuando Angie Cárdenas, colaboradora del programa, se preguntó en voz alta por qué, si España tan claramente rechaza la participación de Israel, no toma la decisión de retirarse del certamen. El propio Arús zanjó el tema con un guiño a la nostalgia eurovisiva: “Ah, no. No, no. A mí que no me quiten Eurovisión. Lo bien que lo hemos pasado con la previa de Melody. Que quiten lo que quieran, pero Eurovisión, no. Si no que vuelva la OTI, que ganamos con Francisco con 'Latino'”.
Sin perder la ocasión, Arús volvió a cargar contra el sistema de televoto que tantos quebraderos de cabeza ha dado históricamente a los eurofans españoles. Recuperando una cita del mediático Bob Pop, el presentador destapó uno de los secretos a voces del certamen: “Si tú inviertes dinero, pues te aseguras votos del televoto. Todo es cuestión de tener una buena estructura. Invierte y lo tendrás”.
La sentencia fue clara y directa, como pocas veces se ve en la televisión nacional. “Si realmente te interesa tanto conseguir el televoto, pues es muy sencillo. Que se lo expliquen al presi, porque es fácil. Si quieres tener una red por Europa que te garantice el voto, se puede conseguir. Igual que lo consigue Israel. Es muy sencillo”.