Catalunya siempre ha sido un territorio marcado por el agua. Sus ríos y embalses han moldeado no solo el paisaje, sino también la economía y la vida cotidiana de millones de personas. Sin embargo, la estabilidad hídrica a la que muchos estaban acostumbrados parece pertenecer ya al pasado. Este 2025, la situación de los embalses en Catalunya se presenta con matices inesperados y diferencias notables, lo que genera incertidumbre y una vigilancia constante por parte de las autoridades y la ciudadanía.
Niveles de agua y variabilidad histórica
Hoy, el estado de los embalses en Catalunya refleja una complejidad notable. Las conques internes muestran un porcentaje de llenado del 80,65%. Este dato es radicalmente más alto que hace un año, cuando apenas se alcanzaba el 36,57%. La comparación resulta aún más llamativa si se observa la media de los últimos cinco y diez años, donde la cifra se sitúa en el 60% y 72%, respectivamente.
Este indicador, conocido como “porcentaje de llenado”, determina qué parte de la capacidad hídrica máxima del embalse está realmente disponible. Es un parámetro clave, porque cuando el porcentaje cae por debajo del 40%, los expertos hablan ya de “nivel crítico”, con la consiguiente activación de planes de emergencia para garantizar el suministro prioritario de agua a la población.
Sau, Susqueda y la Baells: tres caras de la gestión hídrica catalana
El embalse de Sau es, sin duda, el más vigilado por su valor estratégico y simbólico. Actualmente, se encuentra al 64,94% de su capacidad. Aunque lejos del nivel crítico, esta cifra es mucho más favorable que el dramático 44,75% registrado el año pasado. En cambio, si se compara con la media de la última década, se percibe cierta recuperación, pero no puede bajarse la guardia.
En Susqueda, la tendencia es aún más positiva: roza el 89% de llenado, muy por encima tanto de 2024 como de sus valores históricos. Por otro lado, la Baells muestra un 95,57% de capacidad, consolidándose como el embalse más estable del sistema este año. Estos tres embalses son fundamentales para abastecer al área metropolitana de Barcelona y las principales zonas agrícolas, por lo que su situación define en gran medida la “salud hídrica” de Catalunya.
Foix y Siurana: señales de alerta pese a las lluvias
No todo son buenas noticias. El embalse de Foix, situado en una comarca donde las precipitaciones han sido escasas, apenas llega al 86,73% de su capacidad, mejor que en 2024, pero lejos de valores ideales para afrontar un verano seco.
El caso más preocupante sigue siendo Siurana, con solo un 25,74% de llenado, todavía muy por debajo del umbral crítico. Esta situación podría derivar en restricciones de agua locales y tensiones en el abastecimiento rural y agrícola si las lluvias no son generosas en las próximas semanas.
Mención aparte merece la cuenca del Ebro. Sus embalses presentan cifras históricamente altas, con un llenado medio del 91,73%, gracias a un año hidrológico muy favorable. En embalses clave como Rialb o Talarn, se rozan los máximos de capacidad, lo que podría permitir cierto alivio a las zonas más deficitarias si la gestión y la normativa estatal lo permiten.
La urgencia de una nueva cultura del agua
Pese a la mejora general, los contrastes internos dibujan un escenario frágil. Si la tendencia seca de las últimas semanas se mantiene, los embalses más vulnerables podrían forzar restricciones de agua en áreas agrícolas, especialmente en el Priorat y el Alt Camp, donde la falta de reservas afecta ya a cultivos como el viñedo y el olivar. En el ámbito doméstico, de momento no hay restricciones, pero la Generalitat no descarta reactivar planes de emergencia si se repiten los episodios de sequía extrema.
