A partir del año 2017, cuando el President Carles Puigdemont puso las urnas y llamó a los catalanes a decidir su futuro, empezó a visualizarse un ideario que siempre ha existido: la equidistancia. Periodistas, artistas y gente anónima no entendieron que no existen terceras vías y que esto no se puede ser del Barça y del Real Madrid a la vez.
Todos ellos siguen asegurando que se sienten españoles y catalanes a la vez. Que quieren seguir siendo españoles y catalanes y, por este motivo, no quieren votar sí un referéndum de independencia. Los argumentos no pueden ser más extraños y son los mismos con los que Ciudadanos alcanzó importantes cuotas de poder: que las familias se rompen.
Este fin de semana hemos encontrado un nuevo ejemplo. Un usuario que se llama en la red social X, Tamudazo y que tiene como foto de perfil el escudo del RCD Espanyol, considera que no quiere dejar de ser español porque sus abuelos son españoles y que no quiere perder sus raíces, como sí tras pasar a ser sólo catalán se eliminaran a sus abuelos.
Actitud colonial y perdonavidas
El españolista (por partida doble) equidistante ha acabado la discusión con un mensaje propio del colonialismo. Reforzar los derechos básicos de los catalanes, para argumentar que no existe represión. Jajaja eso es mentira, tú eres libre de poder hablar catalán, hacer castellets y bailar sardanas etc... Sólo le ha faltado decir que los catlaanes pueden respirar.
De manera correcta y acertada, el otro usuario, le recordaba que no se puede defender a los dos bandos si uno de ellos quiere exterminar al otro. Era en ese momento cuando Tamudazo consideraba que no había exterminio, porque los catalanes tienen libertad de hablar en catalán y hacer "castellets".
Claro que lo que no decía es hasta donde llega este derecho y si un catalán puede hacer vida plena en Catalunya usando su lengua. No explica los casos de catalanofobia ni tampoco la reducción del uso de la lengua en sanidad, educación y justicia.
Las reacciones no se han hecho esperar. Otros usuarios le han recordado que no reconoce el derecho a decidir del pueblo de Catalunya y el españolista periquito ha terminado de la manera que todo el mundo esperaba e intuía: Salvador Illa es presidente de la Generalitat.