El calor de finales de junio ha terminado por imponer su lógica en el sistema hídrico catalán. Tras varias semanas en las que los embalses de la cuenca interna resistían por encima del umbral psicológico del 80%, los datos publicados este martes 25 de junio confirman el esperado cambio de tendencia: las reservas se sitúan ahora en el 79,98%, rompiendo una barrera que se había mantenido desde la recuperación iniciada en primavera. Esta bajada, aunque pequeña—apenas una décima respecto a ayer—marca simbólicamente el inicio del periodo más exigente del año para la gestión hídrica en Catalunya.
El descenso diario, del -0,10%, consolida la pérdida cercana al punto porcentual en la última semana (-0,94%), una dinámica que se explica principalmente por la combinación de calor intenso, mayor evaporación y el aumento en el consumo agrícola y urbano propio de esta época. El panorama es, en cualquier caso, el habitual para finales de junio y no supone una situación de alarma, sino la confirmación de que el sistema entra ahora en su fase estacional más delicada.
Buenos datos de los embalses
La comparación embalse por embalse con los datos de ayer revela algunos matices interesantes. La Baells, que se ha consolidado estos días como el gran baluarte del sistema, sigue mostrando una extraordinaria estabilidad y apenas desciende una centésima, quedando en un 94,46% de llenado. Susqueda, otro de los grandes embalses catalanes, resiste en un notable 88,54%, bajando solo unas centésimas. En cambio, Sau—referencia histórica del Ter—presenta una ligera subida hasta el 64,21%, sumando seis décimas en un día atípico para estas fechas, posiblemente gracias a aportaciones puntuales o una gestión específica de caudales.

En el resto del sistema, el comportamiento es homogéneo: todos los grandes embalses presentan descensos mínimos, manteniéndose aún muy por encima de los niveles críticos de hace un año. Sant Ponç (88,20%), Foix (85,13%), La Llosa del Cavall (81,09%) y Darnius Boadella (71,87%) siguen el patrón de pérdida lenta pero constante, mientras que los embalses de menor capacidad, como Siurana (25,60%) y Riudecanyes (57,46%), acusan de forma más acusada la falta de aportes y la presión agrícola.
A pesar de la ruptura del umbral del 80%, el balance general sigue siendo tranquilizador si lo comparamos con la situación de hace exactamente un año. La diferencia es abismal: entonces, varios embalses coqueteaban con mínimos históricos, y la preocupación por posibles restricciones era máxima. Hoy, el colchón de agua acumulado durante la primavera permite afrontar el verano con garantías, aunque el descenso diario sea ya una constante.
El mensaje, por tanto, es claro: el calor ha interrumpido la mejoría y ha dado paso a la lógica estival. No se trata de una alarma, sino de la normalidad en la gestión de un sistema mediterráneo expuesto a la estacionalidad climática. El reto ahora será mantener la vigilancia y la eficiencia en el uso del agua durante las próximas semanas, especialmente si las altas temperaturas se mantienen o se intensifican.
Catalunya afronta así la última semana de junio con los embalses por debajo del 80% pero en una posición de solidez desconocida en los veranos anteriores, recordando que, en materia hídrica, la clave no está solo en el dato diario, sino en la capacidad de anticiparse y gestionar cada hectómetro cúbico con inteligencia y responsabilidad.