La crisis que atraviesa la compañía energética Holaluz, con sede en Barcelona, ha escalado hasta un nuevo capítulo de tensión: el comité de empresa ha anunciado una huelga indefinida que dará comienzo el 14 de febrero. Este paro surge tras una serie de cambios laborales y recortes de beneficios que los trabajadores consideran parte de un “ERE encubierto”. Según fuentes sindicales, la prohibición del teletrabajo, sumada a la congelación de los sueldos y la desaparición de ciertos incentivos, se interpreta como una invitación a abandonar la empresa.
En su comunicado, el comité —formado por UGT y CGT— lamenta que, después de cinco años de flexibilidad laboral y la posibilidad de trabajar en remoto, la dirección haya optado por la presencialidad total. Desde la perspectiva de los trabajadores, esta medida es un duro golpe, sobre todo teniendo en cuenta que ya venían experimentando un empeoramiento de sus condiciones y una congelación salarial que dura desde hace tiempo.
La situación de Holaluz no siempre fue tan adversa. Fundada con un marcado carácter innovador en el sector de las energías renovables, la compañía experimentó un boom tras el auge de las renovables en 2022. Sin embargo, esa expansión sobreestimada lastró las cuentas hasta provocar unas pérdidas de 26,16 millones de euros en 2023 y de 13,5 millones de euros en el primer semestre de 2024. El escenario ha generado tensiones internas en el consejo de administración y un ajuste de plantilla que, según datos del comité, ha reducido los aproximadamente 600 empleados que tenía la empresa en 2022 a tan solo 250 en la rama comercializadora.
El teletrabajo, principal traba
En noviembre de 2024, entró en el accionariado de Holaluz un fondo de inversión, Icosium Investment, con sede en Barcelona y una inyección de 22 millones de euros. Este respaldo económico buscaba remontar la situación financiera y acabar con las pérdidas. Sin embargo, para los trabajadores la llegada de nuevos inversores no ha supuesto la protección de sus derechos. Al contrario, denuncian la eliminación de beneficios sociales como los cursos de idiomas, el seguro médico y, principalmente, el teletrabajo.
La pérdida de esta modalidad de trabajo remoto afecta especialmente a quienes residen en zonas rurales o necesitan conciliar la vida personal y familiar. Además, consideran que el teletrabajo está en consonancia con la filosofía de sostenibilidad que Holaluz pretende proyectar, al reducir los desplazamientos en coche y la huella de carbono. El comité de empresa subraya esta contradicción: “Una empresa que promueve la sostenibilidad debería mantener el teletrabajo como medida ecológica y social”.
Ya en septiembre de 2024, la compañía propuso limitar el teletrabajo a tres días por semana. La plantilla, sin embargo, rechazó esa propuesta por entender que no ofrecía garantías suficientes. La negativa colectiva provocó la imposición, en diciembre, de una Modificación Sustancial de Condiciones de Trabajo (MSCT) que eliminó definitivamente el teletrabajo y otros beneficios, lo que la plantilla interpretó como un recorte extremo de derechos adquiridos.
Según encuestas internas, el 97,7% de los empleados de Holaluz considera imprescindible el teletrabajo para continuar en sus puestos. El comité denuncia que la compañía invita a quien no esté conforme con los cambios a abandonar la empresa, una actitud que, a su juicio, solo agrava la crisis interna. En consecuencia, la convocatoria de huelga indefinida se presenta como la medida de presión más contundente para que la dirección reconsidere su posición y busque alternativas que permitan conciliar la situación financiera de la empresa con las necesidades de su activo más valioso: las personas que la conforman.