El niño de cuatro años que se precipitó desde un tercer piso de un edificio de la calle San Jorge en el municipio de Vila-seca (Tarragonès) ha muerto este viernes, según ha podido saber la ACN. El menor ingresó a la UCI del Hospital Juan XXIII de Tarragona en estado crítico por politraumatismos -en la cabeza y varias partes del cuerpo-, según explicaron fuentes del SEM. Los servicios de emergencias recibieron el aviso del incidente poco antes de las tres y media de la tarde de este miércoles.
Según fuentes próximas a la investigación, los Mossos d'Esquadra han determinado que la caída fue accidental. El cuerpo policial ya ha remitido los informes a los juzgados y todo está listo para sentencia.
El Diari de Tarragona ha informado que el estado del pequeño ha empeorado notablemente en las últimas horas y que finalmente no se ha podido hacer nada por él. De hecho, esta misma mañana ya se encontraba en muerte cerebral y horas más tarde se ha confirmado el fallecimiento pese a todos los esfuerzos médicos por rescatarlo. La caída se produjo desde una altura de unos 10-12 metros y, además, el niño, de nombre Alan, impactó directamente su cabeza con el suelo. Fue trasladado rápidamente al quirófano del hospital y luego pasó a la UCI pediátrica, donde seguía en tratamientos.
Casi todos los alumnos de la escuela La Canaleta, donde acudía a diario el pequeño a clase, contaron durante toda la jornada del jueves con ayuda psicológica. Tras conocerse el accidente, se decidió suspender un acto festivo que estaba programado desde hacía tiempo para este mismo sábado, según ha informado la fuente anteriormente mencionada.
¿Cómo afrontar estos casos?
La muerte de un compañero de clase puede ser un evento traumático para un niño de primaria, ya que a esa edad es cuando comienzan a comprender la noción de la muerte, aunque de manera limitada. Es fundamental que los niños reciban apoyo emocional y que los adultos, tanto padres como maestros, estén presentes para ayudarles a asimilar la situación. La clave está en crear un ambiente seguro donde puedan expresar sus sentimientos.
Es importante explicar la muerte de manera clara y honesta, utilizando un lenguaje adecuado para su edad, evitando eufemismos que puedan confundirles. Los niños deben entender que la muerte es irreversible, pero también se les debe tranquilizar asegurándoles que es natural sentir tristeza, miedo o incluso confusión.
Asimismo, es recomendable que en el entorno escolar se hable abiertamente sobre el tema y que se dé espacio para que los niños compartan cómo se sienten. El acompañamiento de un orientador escolar o psicólogo puede ser crucial en este proceso, proporcionando herramientas emocionales que les permitan sobrellevar el duelo. Además, los rituales de despedida, como escribir cartas o hacer un dibujo, pueden ayudar a los niños a procesar la pérdida de manera constructiva y a recordar a su compañero de manera positiva.