En una mañana que prometía ser corriente para miles de conductores, una sola incidencia en la autopista convirtió un trayecto habitual en una auténtica pesadilla. El caos se extendió sin avisar, atrapando a numerosos vehículos en un atasco monumental y alterando el ritmo de toda la red viaria cercana.
El camión averiado provoca efecto dominó de tráfico
El episodio comenzó cuando un camión sufrió una avería y quedó inmovilizado parcialmente en uno de los carriles de la AP‑7 en dirección sur. Paró entre Montmeló y Llinars del Vallès, en plena hora punta laboral. El vehículo se vio obligado a detenerse en el arcén derecho, provocando una rápida acumulación de tráfico en dicho tramo. Según el Servei Català de Trànsit la congestión se fue extendiendo progresivamente hacia la C‑60 y la C‑17 en sentido sur.
A las pocas decenas de minutos, la situación se agravó. Las colas superaron los 17 km y llegaron a alcanzar los 18 km de circulación densa o prácticamente detenida. El tráfico alternativo, en vías como la C‑32 norte, la N‑II o la C‑60, también registró niveles elevados de lentitud. Trànsit recomendó desvíos desde Girona por la N‑II y C‑32 nord, y desde Sant Celoni por la C‑32 nord y C‑60, pero muchos conductores quedaron atrapados durante largos minutos.

Alta densidad de tráfico amplifica el impacto
Este tipo de incidencias evidencia la vulnerabilidad de infraestructuras como la AP‑7 en momentos clave del día. Desde su gratuidad, los niveles de tráfico pesado y particular han crecido significativamente, lo que intensifica la repercusión de cualquier incidente, incluso uno aparentemente menor como una avería me
Las redes sociales, especialmente el perfil de Trànsit en X, difundieron imágenes y actualizaciones en tiempo real del tráfico estancado. Se pudo comprobar cómo la fila de vehículos avanzaba al ritmo de grúa, mientras los profesionales trabajaban en la retirada del camión averiado. Aunque las grúas llegaron en pocas horas, la circulación no logró normalizarse rápidamente.
Repercusión en trayectos locales y logística
El episodio no solo afectó a quienes viajaban esa mañana: la congestión en esta arteria principal generó efectos dominó en vías colindantes, dificultando también trayectos locales y regionales. Miles de trabajadores, transportistas y repartidores vieron cómo sus rutas se prolongaban, con retrasos que alteraron horarios laborales y servicios logísticos.

Trànsit, a través del Servei Català, recomendó desviar el tráfico desde puntos estratégicos, aunque advirtió que las rutas alternativas también estaban colapsadas en tramos clave. El informe oficial subrayó que la congestión se mantuvo incluso una vez retirado el camión, debido a la densidad acumulada de vehículos. Este accidente puntual coincide con la creciente atención pública sobre el papel de los camiones en la congestión viaria.
Casos previos que apuntan fragilidad en la AP‑7
Desde la derogación del peaje en la AP‑7, la presencia de tráfico pesado ha aumentado. Se han multiplicado los debates sobre limitaciones de velocidad, restricciones de circulación y mejora del diseño de infraestructuras. Aunque el incidente estuvo protagonizado por un camión, no es el primero de su naturaleza. Ya se han registrado colapsos por accidentes en Mollet del Vallès, Sant Cugat o Barberà otras veces.
Normalmente, los accidentes ya eran asociados a vehículos pesados o turismos que bloquearon carriles y generaron retenciones de varios kilómetros. Además, en operaciones salida como en el caso de Sant Joan o en otros tramos de verano, la AP‑7 ha acumulado en ocasiones retenciones de hasta 17 o más kilómetros. Esto ha llevado a proponer medidas como la reducción de velocidad o carriles adicionales para vehículos pesados en horas conflictivas.